Como el convenio es no
mentir, entonces te lo diré sin más:
Ahora quiero escribir de
vos,
ahora quiero tocar con mis
letras la profundidad de las tuyas;
ahora que miré en tus ojos
y habité un simple instante en la calidez de tu esquiva mirada;
ahora que deje a mis
pensamientos irse tras tus pecas y pasearse por tus labios;
ahora que conozco la
textura de tus manos, la suavidad de tu piel, el aroma de tu cabello.
Ahora quiero escribir de
vos.
Ahora que saliste del
valle de mis sueños;
ahora que caminas entre
los bosques y navegas los ríos más profundos de mis sentidos.
Ahora que dejaste de ser
etérea,
ahora que materialicé tú
cintura entre mis manos y la circundé con la yema de mis dedos;
ahora que tu voz fue
constante y tu sonrisa un suspiro de magia;
ahora que pintaste mi
paisaje predilecto de tu alegría, de tu esencia irreverente.
Ahora quiero escribir de
vos.
Ahora que sos un motivo de
evocación;
ahora que dejaste de ser
un susurro en la profundidad de mi inspiración.
Ahora que vuelas más
fuerte en mí;
ahora que dejaste de
aletear como mariposa, para hacerlo como un colibrí;
ahora que ya cruzas sin
reparos por mis cielos y sin dejarte tocar.
Ahora quiero escribir de
vos.
Ahora que la cercanía me
hizo estremecer;
ahora que comprobé tu
mágico existir y lo idóneo de nuestro encuentro.
Ahora que reconozco la
peligrosa calidez de tu fuego,
ahora quiero escribir de
vos, de tus defectos y peligros.
Ahora que quiero conjugar
tu ángel y tu demonio,
ahora quiero escribir de
vos, de tu alma y de tu cuerpo.
Ahora que te encontré tan
así, tan idónea, tan vos…
Ahora quiero escribir de
vos.
Ardes. Henry.