miércoles, febrero 28, 2018

A punto y coma.

¿Sabes que cursa entre mi mirada y tus labios?...

Todo un océano de supuestos, posibles y quizáses, entrelazados por espuma de suspiros embolatados...

¿Y sabes tú como pienso cruzarlo?

A punto y coma entre metáforas...

 Ardes.

jueves, febrero 15, 2018

Carta a la tercera respuesta.

Me encanta encontrar esa fresca naturalidad con la que corres de mostrar ternura a sensualidad, tan rápida como sutilmente. Disfruto pensar en la textura aterciopelada de tus cejas y la fragilidad de tu cintura entre mis brazos; en el aroma anónimo de tu cuerpo y que tan tibia sera tu piel. Pero más aun, me deleita la forma en que expresas libre tu sentir, como si fueras la protagonista de un breve espacio. 

Supongo que la idoneidad de tu existencia, es otro evento fortuito que me regala la vida para no dejar de soñar; que te mantienes distante tan solo para alimentar la magia que ha florecido sin siquiera tocarte. Un presente de Mab, para que no cese de volar.

Eres hoy, la más frecuente visitante de mis madrugadas, unas veces por tu voluntad, otras simplemente porque fluyes y te materializas en mi inspiración, justo en esos instantes de insomnio.

Debo estar perdiendo la cordura, al encontrarme así, divagando en la penumbra de las primeras horas del día, por causa de una leve silueta en mi imaginario, por una sonrisa coqueta, por una mirada expectante y esa voz que proyecta la belleza de un ser que se quiere tragar el mundo con su alegría y entusiasmo. 

Debo estar perdiendo la cordura, por dejar que esta noche de nuevo seas objeto de mis letras y le estés robando protagonismo a mi luna, por permitir que sigas alimentando estas ganas inmensas de escribir, las cuales ya sentía perdidas en la estela de mi ocio.

Fascina este evento imprevisto que me hace tu escritor y a ti mi musa, y se que de nuevo preguntaras ¿como fluye tan constante esto? Y simplemente no lo sé, llegaste tal vez en el momento indicado en que haría erupción mi imaginario, fuiste ese pequeño sismo que detonó un volcán de sensaciones que se adhirieron a ti como cóncavo al convexo. Solo se decirte que mientras sea permitido, disfrutare cada palabra que te haga sonreír y quien quita, algún vez hasta suspirar.

Ardes

martes, febrero 13, 2018

Primera Respuesta.

Indagas el porqué de mi sentir, de lo insólito de la correría de mis palabras hacia el abismo perdido de tu distancia. Y hoy, después de transitar entre tus letras, creo tener una de las respuestas a esa pregunta: simplemente mi subconsciente decidió hacerte caso y “perderte el respeto”, de la misma forma en que lo pediste, transformándote en un ser idóneo y etéreo, compuesto de adjetivos, pronombres y verbos, una superficie donde plasmar a punto y coma y con metáforas, las extasíes que en él se proyecta desde tus letras. Quiere narrar una historia, construir una saga, donde se encuentren en coincidencia la idoneidad de nuestra condición y la versatilidad de nuestras palabras. Una historia donde seas la tinta que alimenta mi pluma, mientras invento estrategias para poseer en eternidad esa pasión que habita bajo tu piel, la misma que maravilla en tu mirada y arrebata el aliento con tu sonrisa, poseerla hasta llegar a lo más profundo de tu intimidad.


Henry. Ardes.

lunes, febrero 12, 2018

Carta de testimonio

Tomo el lápiz y empiezo a esbozar un paisaje con mis letras, a incrustar en esta realidad un paraje donde repose la idoneidad de un momento y entonces, entre la leve niebla que cruza ese valle, se descubren tus pasos, tus pies blancos que contrastan con el verde vivido del pasto en roció, entra en escena tu cadencia, tu sutil figura que se adueña de la madrugada. Y así, se convierte en recurrente tu imagen entre mis palabras; hoy, vestida de blanco, con un velo que apenas opaca la tentación de tu piel; ayer, danzando entre las verdes hojas de un samán; la semana pasada sentada bebiendo un café frente a mi protagonista… Así, insólitamente apareces con el tacto de mi lápiz, te bañas en mi inspiración y dejas impregnada tu esencia entre mis letras, en mis palabras, te vas adueñando de cada momento de mis escritos.

He intentado correr, disfrazar tu rostro con la imagen de quien más cerca se encuentre, de quien más se ajuste a esa nueva idea, pero no, no funciona, se nota tu ánimo, sobresale tu sonrisa. Consulto mis almohadas para conocer quien conspira, pero me alcanzan mis sueños y puedo jurar que te he visto como espectadora entre la multitud que me ve volar, correr, bailar y otras cosas más entre ellos. Comienzo a dudar a quien responde mi inspiración en este momento, empiezo a pensar en cómo la imagen ausente de un ser, acompañado eventualmente por una voz y unas letras, entra esta noche de nuevo a hacer suya mi más íntima acción.

Pero ahí no paras, no, lo más insólito es que ahora no puedo dejar de pensarte en aquel velo blancuzco, descalza entre mis valles, caminando por mis pensamientos y descansando en las simas más encumbradas de mis relatos; y me gusta, me encanta ver como esa imagen puede acoplarse tan correctamente a un paisaje que solo puede habitar en mí y me encanta ver a esa pequeña proyección apropiarse de mis escenarios.

Detengo mi lápiz, hago una pausa, paseo con una cerveza en mi mano por el apartamento, descanso en la ventana y le sonrió un rato a la Luna, para finalmente sentarme de nuevo frente al papel, retomando mi lápiz y esta vez encuentro al sol saliendo tras las copas de los árboles, estirando sus rayos que sutilmente van tiñendo las aguas del riachuelo con su dorado y va calentando las orillas de su cauce, sus piedras, mientras evapora el roció que aun yace en las hojas de las plantas. De pronto, tras una de las rocas, sentada en la orilla, estas, con tus pies inmersos en el agua fría, mientras con tus manos sostienes aquel vestido blanco, y con un gesto sonriente, giras tu cabeza dejando caer el cabello para que tan solo sus puntas se mojen en la corriente…

Debo parar, o más bien quisiera preguntarte: ¿Debo parar?... Tal vez esa incertidumbre de no saber la comodidad de tu sonrisa ante esta irrupción insólita, es lo que me constriñe la inspiración. Y se me ocurren más estrategias para evadir tus incursiones, al igual que otras de cómo conseguir tu beneplácito y continuar teniéndote al tacto de mi lápiz, caminando en mis relatos, navegando entre las letras que me liberan.


Henry, Jr.