Encontré que tengo una sed perseverante y angustiosa;
una sed figurada en la memoria
y anidada en la pertenencia.
Que siento lo virtual de un viento tibio y pacífico;
calidez que se resguarda en mi pecho,
un suspiro escapado del mar.
Y que camino marcando mis huellas más allá de la frontera;
tamizando el polvo que cae entre mis manos
y raspando la tierra de otros errantes.
Encontré que traigo de acompañante un rumor de son;
un soneto escrito bajo un samán,
nostalgia de un río que se va.
Que arropo una extrañes que quiero difunta;
de esas que alimentan un tango
y deprimen a una milonga.
Y que circundo mis sueños con hileras de silencios;
sincréticos residuos de la experiencia ,
mudos eslabones de mi pasado.
Encontré las mañas de los estados lejanos,
que te hacen añorar ciertas madrugadas
y te alimentan la melancolía.
Que los corazones mienten más,
cuando los ojos no están.
Y que hay quienes no saben decir adiós.
Encontré que mi boca aun sabe a azúcar,
que mi cuerpo lleva el ritmo del rio
Y que mi piel aun huele a melao.
Que un año es una vida entera,
pero no arranca una esencia
Y que mi corazón aun late junto al farallón.
ARDES.