Es divertido escribir sobre su risa, sobre el
descuidado andar de sus pasos entre las calles, de la alegría de sus ojos al
mirar el horizonte, de la forma en que se maravilla con las novedades.
Es tan divertido sentir sus caricias y sus besos, a
pesar que la distancia obligue a la ausencia y la indiferencia; así como lo es
encontrarla entre mis pensamientos, vagando ligera, como sin carga, como un ave
que vuela.
¿Le cuento una infidencia? Mire que sigue siendo
divertido escribir sobre sus cejas, alargarle sus lunares y saborearle la
sonrisa con el ápice de mis letras.
Pero no crea que entre estas palabras hay
pretensiones escondidas, yo le aseguro que ellas solo van naciendo y caminando
sin certezas, son simples espontaneas que se marchan desde mi mente hasta el
papel y que por esta noche, se van encontrando de nuevo con el ayer. Mire con
calma y tranquila, que en estas letras solo se hablan de lo divertido de la
vida cuando se sentaba a su lado, a compartir su sonrisa, su llanto, su
melancolía.
Yo no cargo pretensiones, solo quiero contemplarla,
verla sonreír de nuevo tras la pantalla, compartirle una canción, tal vez un
soneto, seguramente una flor y cada uno de mis sueños; regalarle con mis
palabras un momento de frescura, a esa cálida mirada suya.
Y es que sigue siendo divertido encontrármela de
nuevo caminado por las calles, con su cadencioso contoneo; sigue siendo
divertido acariciarle la piel con mis palabras, dejarle al viento mis sonetos y
que se le metan en la almohada.
Hoy prefiero andar por esta tarde, divirtiéndome con
su recuerdo, producto de las buenas referencias que me dejo el pasado. Hoy
camino bajo la sombra de los árboles que enmarcan la avenida que me enruta a la
montaña, viendo pasar los farallones a la vera del camino, recordando los
sueños gestados en sus laderas.
Y me siento bajo el sol de la tarde santiaguina,
esperando la briza fresca que se lanza desde las cimas, y tras el sorbo de este
café miro el papel y recuerdo lo divertido que es escribir sobre Ud.
Ardes.