lunes, noviembre 19, 2018

Tu mejor desnudez.

Busco la desnudez, la de tus pies al costado de mi cama o marcando junto a los míos un centenar de huellas en la arena, busco tu desnudez en lo sencillo e inocente de mis delirios, en los que marcan el camino hacia la montaña, hacia la cabaña, hacia la suavidad de las almohadas.

Busco la suave silueta de tu empeine, dando giros alrededor de la luna colgada en la ventana, busco su delicada horma, pa abrazarla con mi palma, pa rezarle con mis labios el más secreto y pecaminoso rosario, que inicie en su convexo y termine en el rosal de tu pecho. 

Busco la robusta idoneidad de tus pantorrillas, la concavidad tras tus rodillas, la suave sensación de tus muslos y la medida en las cosquillas que me hagan conquistar tu abdomen, busco descubrirte, mi pequeña invasora de sueños, en lo más íntimo de nuestros pensamientos.

Y perdonaras la franqueza de mis deseos o la poca sutiliza que los acompaña, pero es que hoy no he pensado en nada más que no seas vos y la desnudez de tus pies, que cubierta por el  campanear de tu saya, han marcado el sendero hacia la hamaca que dejamos colgada en la playa.

Y pa no fallarte, soy sincero, busco tras de ti esa mujer plena que se despierta beligerante a tragarse el mundo injusto, a la que marcha descalza por la sala de mi casa y las venas abiertas de mi ciudad oxidada, dejando su huella tan profunda como una raíz más en la larga agonía de nuestra historia.

Busco así a la mujer de mis secretos, compañera de mis anhelos, dueña de las huellas que hoy han venido delineándome el sendero, busco tu desnudez pero no la de tu cuerpo sino la de tus pies, pues son ellos quienes hoy cargan tu peso y me narraran la historia de tu ayer, con tus altos y tus pecados, sobre todo tus pecados a los que he aprendido a querer.



Ardes.