Crees equivocadamente que tu partida me satisface
y que festejo en euforia tu ausencia,
sin entender lo árido que es para mí el camino sin vos a
mi costado,
sin la compañía de tus pasos y la armonía de tus alegrías.
Hieres mi corazón al aventurarte con premura,
al acertar tu aguda palabra en mi pecho,
no olvides las noches de susurros en las que el hablo por
mí
y sin pudor logro abrirme paso a la plenitud de tu
existencia.
No confundas el temor a perderte de mi mundo,
con la posibilidad de un espacio sin final,
recuerda que a pesar que el universo es absoluto
la distancia entre estrellas se pueda cuantificar.
Para ya de renegar mis palabras,
que solo quiero con ellas desahogar mi soledad,
esa que alegre vuelve a buscar espacio en mi diván,
a joder la vida, aprovechando que te vas.
Y aunque se pueda mal entender, no es que le tema,
no es que con ella no pueda convivir,
es que su compañía excesiva me arruga el alma
y me deja envuelto en una nostalgia que poco puedo
soportar.
Pues la conozco tanto o más que a vos,
y siempre preferiría tu presencia que su compañía,
que me suele resultar fría y altiva,
con un tinte perverso y constantemente ebria de ausencias.
Así que para ya de equivocarte, deja de renegar de mí.
Que si hoy no estoy junto a ti en cuerpo,
ten la seguridad que aun en tu lecho, este donde este,
mi alma suele dormir y mis suspiros acariciar tu piel, chiquilla.
Dejemos partir el inconveniente adiós que nos separo
con poco tacto y con motivos que sobraron;
y guardemos los susurros, suspiros y momentos
en el más placido rincón de nuestras memorias.
ARDES