He intentado correr,
disfrazar tu rostro con la imagen de quien más cerca se encuentre, de quien más
se ajuste a esa nueva idea, pero no, no funciona, se nota tu ánimo, sobresale
tu sonrisa. Consulto mis almohadas para conocer quien conspira, pero me
alcanzan mis sueños y puedo jurar que te he visto como espectadora entre la
multitud que me ve volar, correr, bailar y otras cosas más entre ellos.
Comienzo a dudar a quien responde mi inspiración en este momento, empiezo a
pensar en cómo la imagen ausente de un ser, acompañado eventualmente por una
voz y unas letras, entra esta noche de nuevo a hacer suya mi más íntima acción.
Pero ahí no paras,
no, lo más insólito es que ahora no puedo dejar de pensarte en aquel velo blancuzco,
descalza entre mis valles, caminando por mis pensamientos y descansando en las simas más encumbradas de mis relatos; y me gusta, me encanta ver como esa
imagen puede acoplarse tan correctamente a un paisaje que solo puede habitar en
mí y me encanta ver a esa pequeña proyección apropiarse de mis escenarios.
Detengo mi lápiz,
hago una pausa, paseo con una cerveza en mi mano por el apartamento, descanso
en la ventana y le sonrió un rato a la Luna, para finalmente sentarme de nuevo
frente al papel, retomando mi lápiz y esta vez encuentro al sol saliendo tras
las copas de los árboles, estirando sus rayos que sutilmente van tiñendo las
aguas del riachuelo con su dorado y va calentando las orillas de su cauce, sus
piedras, mientras evapora el roció que aun yace en las hojas de las plantas. De
pronto, tras una de las rocas, sentada en la orilla, estas, con tus pies
inmersos en el agua fría, mientras con tus manos sostienes aquel vestido
blanco, y con un gesto sonriente, giras tu cabeza dejando caer el cabello para
que tan solo sus puntas se mojen en la corriente…
Debo parar, o más
bien quisiera preguntarte: ¿Debo parar?... Tal vez esa incertidumbre de no saber
la comodidad de tu sonrisa ante esta irrupción insólita, es lo que me constriñe
la inspiración. Y se me ocurren más estrategias para evadir tus incursiones, al
igual que otras de cómo conseguir tu beneplácito y continuar teniéndote al
tacto de mi lápiz, caminando en mis relatos, navegando entre las letras que me
liberan.
Henry, Jr.