miércoles, febrero 25, 2009

(07) III

Odio que te marches anónima,
que vulneres mi gusto,
y tranques con silencio,
el nacimiento de mi interés en ti.

Odio aquel instante en que nos miramos,
en que me antojo de vos,
de la suave línea rojiza
de tus labios ausentes.

Al igual que odio
los metros entrometidos,
que separan mi excusa,
un paso más, una silla.

Pero miento,
ya que el odio es a mí,
a la impotencia de mis actos,
a no poder cantar mi nombre,
par de silabas a tu oído.

Es la impotencia para acercarme a tus cejas,
y poder largarme contigo,
y no quedarme sentado retorciéndome con este odio,
ante el vapor del café.


Jr. Henry

Convalecencia

Mujer, hoy tengo dos heridas :

Una impalpable,
que nace en mi nostalgia,
rompe y atraviesa mi corazón,
y se zambulle en la soledad.

La otra perpetua y visible, no se sella,
ni con miel,
ni con hilo,
ni con tiempo.

He reconocido ya,
que solo una cerrara,
mientras la otra será crónica y palpitante,
un testigo y quizás un bien para la primera.

Y por esta he recibido, a gotas,
los placebos con que sereno mis afanes,
es ella el portal de salida, para mi nostalgia.
(mi boca pendenciera).

Quiero una cura,
quiero un remedio,
que resuelva por completo la primera,
que se marque duradero en la segunda.

Ve mujer, inyectame,
presta y pierde en mi,
el bálsamo que brindan tus labios,
remedio que cure el vació de mis anhelos.

Ve mujer, tratame,
aplica tus métodos,
atiéndeme suave con tus besos,
que se sellen desbordantes.

Ve mujer, podrías ser,
ve mujer, me gustaría que fueses,
hoy quiero curar dos heridas,
hoy, pretendo ser tu paciente.

Jr.