domingo, enero 11, 2009

Chao


Inundo tanto sus pulmones del humo, que olvido el aire que lo rodeaba, decidió entonces hundirse entre sus palabras y olvidarse del continuo tiempo intransigente. Pareció parar en un rincón de su mente, marcando con su pie el ritmo de un tango melancólico que dejaba volver a un pasado irremediablemente olvidado por el objeto de su inspiración, y exclamo: 

¡si no me desahogo de mis amantes en papel, ¿como rayos?! 

Como furioso, a pesar de su serenidad pasmosa, de esas que desespera, que hasta puede parecer resignación, tomo la copa y la desangro por completo para llenarla de nuevo, continuando a pasos de tinta. Cada paso se encumbro en aquel monte, una tupida selva de floridos especimenes que empezaban a perder sus flores, a guardar sus vistosas indumentarias hasta una próxima temporada, y en la cumbre, sus ideas se largaron vagabundas, con el paso de colibríes incansables, algunos de los cuales no vivirían una temporada mas. 

Y si no es en papel, ¿cómo putas?... 

Exhaló el humo restante y marco un punto final en su texto, bajo la mirada para observar bien los trazos finales, estar seguro de la coherencia de sus pasos con lo observado y lo sentido, y en dos sorbos se despidió de la copa, la botella y de ellas. 

- si acepto, ¡hasta el final!. 

Y con el brindis, las dejo en el papel. 


Henry.