lunes, octubre 19, 2015

Nostalgia de Insomnio

Esta noche, con el sueño disipado en la rebeldía implacable del insomnio, encontré sonrojado a un recuerdo que pensaba perdido, venia fugado de una noche igual de templada, donde dormitaba entrelazado a un cuerpo tan cálido como el mío. La noche que eventualmente se hizo fresca al paso de las horas, permitió reconocer la inquietante manera con que se suscitaron las cosas.

Esa noche la luna creciente, ya casi a punto de llenar, entraba por mi ventana dejando una estela iluminada que permitía ver perfectamente las formas, los relieves, hasta las texturas de algunas zonas. En lo personal, también consideró que no he encontrado en mi vida mejor luz para proyectar las sombras de un cuerpo desnudo.

Ahora recuerdo bien que el sueño nos era esquivo, o más bien huía espantado por el calor que emanaba de nuestros cuerpos agitados. Siempre había apreciado el color de su piel a la luz del día, en nuestras escapadas, ya fuera en la universidad o en nuestras casas; o  había sido mi mente la que había ido recordando su desnudez palmo a palmo, cuando yacíamos en la oscuridad de su cuarto; pero esa noche la visión de su tez era diferente, parecía que la luz de luna hubiera cambiado hasta mi sentido del tacto.

Recorrer la longitud de sus piernas intentando abrazar mis caderas infructuosamente, parecía una sensación ajena a los sentidos; la sombra de sus senos, pequeños, sensuales y provocativos, su vientre contrayéndose al ritmo de mi movimiento, todo tomaba matices que me hacían desbordar de éxtasis. Y era que hasta el placer sentido fue más profundo, lo sé por la fuerza con que marco mi piel, conque apretaba sus dientes para no estallar en gemidos que desgarraran el silencio del apartamento, mientras yo acallaba los míos buscando sus labios, sin interrumpir la armonía de aquel movimiento oscilante, que bien podría haber sido perpetuo por tan solo la satisfacción de ver su rostro incandescente de placer. En ese momento ya era erógeno cada recodo de su cuerpo, bastaba un suspiro en cualquier parte de el para hacerla temblar. Y el movimiento... Su rítmico vaivén al posarse sobre mí... El solo recordarlo me despierta impulsos.

Recuerdo ahora la agilidad de sus labios al tocar mi piel, tras partir de mi boca habiéndome dejado sin aliento, el rose sutil de sus pezones recorriendo mi pecho y mi abdomen lentamente, en su descenso para deleitar mis antojos, al tiempo que en su cara surgía aquella expresión de perversión indescriptiblemente excitante. Finalmente perdí su rostro de vista y me encontré con su espalda desnuda, bañada por aquella luz de luna que acentuaba el camino formado por su espina, el cual parecía  encumbrarse buscando establecer una ruta entre nuestro ser y ella, pero que prematuramente desembocaba en la convergencia curvilínea de sus glúteos, mientras encaminadas por él, se desliaban pequeñas gotas de sudor, producto de la agitada faena y que provocaban que se estremeciera gratamente a su paso.

Era mágico, tal vez bestial, un fragmento fugado de algún relato donde el licántropo desata su voracidad al amparo de la luna y sin reparo. Era como devorar, tomar su cabello entre mis dedos y acompañar la sincronía apasionada con el impulso del frenesí, soltarlo y recorrer su espalda arqueada con mis manos, ida y vuelta, e introducir mis dedos en él y volver a tomarlo… acercarla hasta mi pecho y  atrapar su piel entre mis dientes, y sentir su exhalación con cada uno de mis sentidos, al tiempo que observaba nuestras descontroladas siluetas sobre la pálida pared. Esa noche se desato todo, no hubo recato, ni mesura…

Esta noche saboreo un poco de brandi y acompaño a la memoria, esperando que las pasionales imágenes que inundaron mi mente, ayuden a encontrar el sueño envolatado. Sin embargo hoy no renegare de mi insomnio, pues sin él no hubiera podido recuperar, de aquel rincón de lo enterrado, este delicioso fragmento de mi pasado.



Ardes.