domingo, noviembre 15, 2009

De Fabula


Halle un hada danzando entre marimbas, y se me quedo un trozo de sus alas entre mis ojos y mi aliento…

Acompañe su ligereza a golpe de tambor, siguiendo el paso del tiempo apresurado, hasta verla partir con la luna…

Cante un hasta pronto con las imposibilitad de perpetuar su estancia, pero igual se marcho un poco más hacia las estrellas…

Pero vi un hada y disfrute su compañía, vi un hada y compartí su alegría, vi un hada y eso no es cosa sencilla…



Jr. Henry

viernes, noviembre 06, 2009

Mujer


Quiero sellarme en los labios 
de una mujer translucida, 
pero tangible. 

Quiero encontrar su piel en cada mirada, 
interferir y cruzar mis sentidos, 
para explorarla cada vez cinco veces. 

Quiero también, 
resaltar aquel sexto con su voz, 
sus palabras imprimiéndose 
sobre un profundo espacio, 
reglón tras renglón de estrellas, 
marginados por rayos de luna. 


Y leer de este papel, 
la tibieza de sus abrazos, 
la calidez de sus caricias, 
la exquisitez de sus suspiros. 
Palabra tras palabra 
en un texto de noche, 
de una noche de mil, 
en el libro de mi ocaso. 

Jr.

domingo, julio 19, 2009

01:10


La columna de humo sutil y de apariencia sedosa, partía el panorama de la ventana en dos, una segmentación que aromáticamente armonizaba con el vaso de vino a medias, armonía viciosamente estimulante. Mientras tanto el viento raudo de los farallones se desprendía del rió, diluyendo el humo, que parecía correr a ocultarse en el vaso, librando mi vista de su velo, permitiéndome contemplar las antorchas parpadeantes de la ciudad tendida a nuestros antojos sonámbulos, mientras murmulla hasta acá los jubileos de una noche de viernes que ya se extinguía, habíamos comenzado muy temprano.

Me sedujo entonces el exterior del balcón frente a la ventana, mas que la aparente protección de la casa y decidí plantarme en él junto a las materas, mientras se quemaban las ultimas canciones de la lista, tratando de calmar las ansias de acabar con la cajetilla de Andrés, claro que si me aferré a las intenciones de engullirme el resto de la caja de vino. Paso el rato y la soledad ya era callada y mientras los demás, embriagados, subían rumbo al cementerio delos sentidos, yo preferí quedarme meditando mis palabras, para sorprender el momento.

Solo desprendí los ojos de mi luna incondicional, al encontrar en el camino una silueta iluminada por la ligereza de su luz, contagiándole el rostro de una cálida palidez; sus pasos se impusieron en el pavimento con una aparente firmeza sugestiva, sumando estimulantes a mi ya embriagada condición. La calle sucumbía al frío de la temprana madrugada y sus pasos eran los únicos violadores del silencio de mi soledad, la lumbre de un cigarrillo caduco, me excuso para llamar su atención, aunque ya me había encontrado con su mirada.

De impulso, como para variar en mis decisiones, descendí del apartamento para encontrarme con sus palabras y truncar la monótona conversación con mi soledad, entonces sus labios modulaban lo que su disfoníca garganta intentaba decir, afectada quizás por su rumba y la brisa nocturna; anticipadamente le ofrecí un dato, acompañado de un trago, gustosamente aceptado.

Con ella en frente fui mas meticuloso al observarla, consintiendo con mis ojos la apropiada forma en que se descolgaba su falda, blanca y larga, la cual hormaba genial a sus caderas y la blusa suavemente sostenida de sus hombros claros, desnudos, lo cual permitía ver la longitud de su estilizado cuello, tan solo adornado por un diente aserrado que parecía flotar sobre su pecho tiritante por el frió, del cual no parecía quejarse.

La verdad la conversación fue mas bien corta, sentados en el anden, la aparente extasíes de ambos, aumentada en mi por su aroma dulce y su aliento enrojecido por el vino, nos llevo a un confuso intercambio de palabras que se transformo rápidamente en un raudal de mimos incontenible espontáneos, como lo era la confianza de nuestras frases, algunas íntimas; su presencia no me era extraña, su voz, su aliento, su rostro, me eran tan familiares. Y se agudizo más el silencio a nuestro alrededor, mientras confesábamos nuestros haberes, a la par que se desvanecía la cajetilla de Andrés, al igual que el vino, el cual fue sustituido súbitamente por nuestros besos, los que me eran más familiares a cada momento.

La soledad tangible en sus palabras, se compartió con el viento, otro de mis cotidianos compinches, al cual, en un pason, deje su cabello oscuro para divertirse. No habrían pasado más de una hora y ya ambos reposábamos en el balcón, reparando nuestros cuerpos sin más contacto que el que nuestros labios podían hacerse mutuamente.

La antes concurrida sala ahora contaba tan solo con el cuerpo desvanecido de Carlitos, quien era, en ese momento, un elemento más de la decoración. Con el universo conspirando, mi voluntad no fue más vulnerada que por las palabras secas de infamias irrelevantes, por lo que decidimos sustituir el vino ya ausente, por un tinto para calentarnos, sin querer llevarnos un tanto mas lejos de lo que podríamos estar dispuestos a responder.

El paso casual de ella rumbo a su, hasta ese momento, obligado destino, resulto en un cálido encuentro que no se dejo profanar. Ella desapareció con la ultima estrella y Yo me desplome con la llegada del sol, no se que seria mas curioso, si su espectral aparición o mi fantasmagórica ausencia. Y al pisar de nuevo cada vez aquel balcón, llega a mí nuestras voces murmurando las notas que surgieron de nuestros labios, mientras me enamoraba de la luna y su aijada casual, que me encontré detrás del humo del cigarrillo, rumbo a la mañana.



ARDES.

domingo, abril 12, 2009

Criptofauna Social


He calculado las mordidas y demás heridas recibidas y otorgadas por mí en cada batalla, emboscada y/o encuentro, de las bohemias licitas e ilícitas, claro que el saldo, como es frecuente en cualquier confrontación, no es reconfortante, pero es grato recordar las cálidas mordidas de labios azucarados de sabores viciosos. Este recuento me ha llevado a identificar la existencia de un grupo de castas de noctámbulos comediantes, enmascarados cual histriones, camuflados en papelones diarios y que igual a nuestros primos voladores, alimañas y otros  mamíferos, se exponen al anochecer, aunque a unos pocos es  posible encontrarlos a la luz del día en ciertos recovecos citadinos.

Vampiros, licántropos, brujas y hechiceros o magos (como prefieren llamarle “algunoz”), solo por nombrar los más destacados y cachetudos personajes, pues existen otros menos agradables semejantes a goblins u orcos, o hasta a sanguijuelas gigantes, y quien sabe cuántos más engendros sociales, igual todos monstruos de arquetipos ensamblados por extrañas elocuencias, frutos de vicios sociales permisivos en exceso, hasta para sí mismos; ellos se discurren por las sendas citadinas, perdiéndose entre el “común”, morfoparlando, extraña palabra, ¿no?, pero es así, formando verborrea o labia capaz de convertir tu virtud en el más ciego defecto y estos en los más invisibles comportamientos, ensamblando con sus palabras un escenario conveniente...

Cuando entro, las puertas gruesas de madera y marco metálico le eran familiares, como de otra vida presenciada, los cuartos antiguos, adornados metódicamente a la moda, mantenían la esencia; las paredes pálidas, posiblemente blancas, despojaban de ardor los cuerpos saciados de los presentes, quizás tratando de mantener un equilibrio entre la tenue iluminación; la madera del piso lo motivaba a retorcerse en él y descansar de la noctámbula y agitada jornada de la que llegaba, sin embargo debía protegerse de Ella, aquella mujer sorprendida en la barra tras un cóctel y que súbitamente había capturado su compañía en aquel lugar del cual venían; y debía protegerse al concederle sus abrazos, mientras acentuaba sutilmente sus atributos para mantenerlo a raya a Él, el otro candidato, quien intentaba destacar sus virtudes, con lo que parecía ser un complejo movimiento de cortejo (comportamiento primario de época de apareamiento, pero en él, caso fallido). Ya que el tinto desbordaba de su boca al no caber más licor en su cuerpo, solo ansiaba recostarse en su torso sin ser víctima de sus labios enrojecidos por el vino, imagen sugestiva que semejaba la boca del predador, que recién ha propinado el mordisco a la víctima incauta de esta noche, el cual era quizás el caso, todo cuestión de tiempo y método.

Postraron sus intereses en la sala, arremolinados por el licor, los cigarros y la música capciosa del anfitrión, lejos de aquel exótico ejemplar (que pudo ser o no un espécimen de nuestras castas) que se había quedado contoneándose cerca de la barra. El calor de la noche veraniega se descansaba en el viento vertido por los farallones; la temperatura candente que aumentaba con el ímpetu de las hormonas embriagadas, se mantenía por los constantes movimientos de la danza subliminal. En un descuido encontró que Ella parecía sucumbir a la lengua diestra del intelectualoide, -- necesariamente un ñoño más que otros, pero no como otros (no hay que generalizar), pero ágil compositor de versículos acomodados y en algunos casos (los más perversos) solo copias burdas y descaradas de autores ocultos del mercado común -- sin embargo sus tentáculos verbales se comprimieron bajo los tacones de Ella, su inútil intento de hacerla presa termino invertido, al ser abandonado después de asestado un zarpazo más contundente que la misma garra, el del aliento seductor de una mujer, que te madruga a la iniciativa y también a la partida, dejando tus labios flotando, besando solo el humo de su cigarrillo, sin ni siquiera sentir su aliento...

El ñoño, quizás un simple vampiro en este caso, pues también puede presentarse en otras manifestaciones bestiales o castas y al parecer es una característica de todas ellas, suele ser en sus más bajos niveles, como aparentemente era el caso, presa de presas y paso obligado de muchos para alcanzar al cazador; nos evidenciaba una estratificación dentro de cada una de las castas, y había permitido generar un perfil primario de Ella, con ese movimiento seguramente una vampiresa...

Este individuo había asesinado su propia jornada de caza al fracasar enfrente de todos, así le quito un obstáculo de encima. En ese momento se engendró la duda, presa o cazador, hasta ese instante había intentado mantenerse como el observador, aprendiendo y degustando al prójimo, pero ya era cubierta de su espalda y prósperos eran sus dedos en su abdomen, ¿sería nuestro nacional VanHeelsing presa de Ella?. La sala se cobijó por el aliento de los presentes y el clan aliado de la víctima se desorbito por la perdida, la manada inicio una acción de encubrimiento para disipar la atención de los terceros, esto actuó a favor de Él (nuestro infiltrado), excusándolo para partir al patio, aún más poblado por las intenciones subcutáneas de sus ojos y las de otros que también trataban de dejar el calor de aquel ambiente saturado de éxtasis y ansiedad, de esta criptofauna urbana, de curiosa y sencilla red trófica, pues todos nacen presas y pasan a predar (bueno, es lo ideal)...

No inventare quimeras, siendo biólogo considero que las características destacadas de estos personajes son coincidentes con la descripción especifica de estas criaturas del imaginario colectivo, aunque ahora no le concedo tanta veracidad a esto de imaginario (con el respeto de mis colegas) y sus diversos comportamientos dentro de cada casta se debe a su nivel y estatus. Así que excluyendo las aberraciones más repulsivas antes mencionadas, intente descifrar donde cabían nuestros personajes, comenzando por el vampiro, un ser sediento de sangre y que como un tiburón, es controlado por su frenesí, llega a un momento en el que no piensa, se nubla por su sed; comportamiento que suele variar con el sexo, porque ellas, las vampiresas, son a mi parecer más peligrosas, pues enmascaran bien sus hábitos y las de más alto nivel son las maestras, saben utilizar ese frenesí a su favor, a ellas las evito lo más que pueda, no obstante, sinceramente he sido presa más de una vez, aunque en algunas he salido librado y en otras nos hemos cazado y devorado mutuamente...

Ella no era una vampiresa mayor, pero exhalaba su aroma ardiente, que lo halaba a su lado...

En este instante se me aparece otro “estereotipo”, los canidos, los licántropos, pero la sed de un lobo era también más fuerte que su temple, quizás similar a mis impulsivos momentos, pero la sutileza no es su herramienta, suelen manifestar esa pasión animal a flor de piel y ese puede ser su mayor atractivo. Aquel personaje es noble pero furioso, no reconoce su elemento, son pocos y extraños, debe ser porque se dejan ver cada mes. No, definitivamente Ella no, ni El, no...

EL calor del ambiente pareció relajarse de nuevo con una brisa de madrugada colada por las paredes, fresca, algo fría, sorpresiva y evidentemente aprovechada; la anterior tensión, de ser casado o cazar, pareció desvanecerse en el momento, ambos coincidieron en extender sus palabras...

Entonces asomaron el hechicero o mago y la bruja, los vampiros se basan en sus encantos efímeros, los menores se elaboran redes verbales cual araña -- quizás algo similar a los intelectualoides -- , pero esas son cortadas por neuronas estimuladas; de los lobos ni pensarlo, quedaban solo estos dos personajes, metódicos, estrategas, selectivos, conspiradores, tejedores distinguidos, con lenguas doradas en los más altos representantes y de plata en los demás, generadores de la más afable confianza, temerosos de encontrar el punto que los corrompa (a cada cual en su modelo)...

Así se empezó a construir el festín, preparando las porciones de libido para emplearlas en el momento, ya muchos posaban con su presa o su predador, mientras ella se quedó como elemento de su experimento, al final salve mi faena, y devore los labios de vampiresa sedienta, mientras ella trataba de propinarme un mordisco contaminante, que agónica logro.

Y se acabó el festín, la ascensión del día retrajo sus actividades, pronto toda esta fauna debía huir, ocultarse, volver a sus cubiles y madrigueras cotidianas y El o Yo, sobrebebimos otra noche, con unos cuantos mordiscos, uno que otro zarpazo como en toda batalla, pero con un corazón intacto, un número y un “nos vemos mañana”; así que considero la faena salvada. Eso si les puedo dar fe y alguno que otro lo confirmara, que los más mágicos son ellos los magos o hechiceros, pero son a su vez los más costosos, y para algunos peligro ineludible; las vampiresas (pues de lo vampiros no me consta), son delicia de velada, compañía, en sus mejores representantes, excelente y más no debo decir. Estos son los más comunes, pero existen muchos y en distintos niveles y no me pregunten a que casta pertenezco, más bien un día lo comprobamos. 


Henry.

miércoles, febrero 25, 2009

(07) III

Odio que te marches anónima,
que vulneres mi gusto,
y tranques con silencio,
el nacimiento de mi interés en ti.

Odio aquel instante en que nos miramos,
en que me antojo de vos,
de la suave línea rojiza
de tus labios ausentes.

Al igual que odio
los metros entrometidos,
que separan mi excusa,
un paso más, una silla.

Pero miento,
ya que el odio es a mí,
a la impotencia de mis actos,
a no poder cantar mi nombre,
par de silabas a tu oído.

Es la impotencia para acercarme a tus cejas,
y poder largarme contigo,
y no quedarme sentado retorciéndome con este odio,
ante el vapor del café.


Jr. Henry

Convalecencia

Mujer, hoy tengo dos heridas :

Una impalpable,
que nace en mi nostalgia,
rompe y atraviesa mi corazón,
y se zambulle en la soledad.

La otra perpetua y visible, no se sella,
ni con miel,
ni con hilo,
ni con tiempo.

He reconocido ya,
que solo una cerrara,
mientras la otra será crónica y palpitante,
un testigo y quizás un bien para la primera.

Y por esta he recibido, a gotas,
los placebos con que sereno mis afanes,
es ella el portal de salida, para mi nostalgia.
(mi boca pendenciera).

Quiero una cura,
quiero un remedio,
que resuelva por completo la primera,
que se marque duradero en la segunda.

Ve mujer, inyectame,
presta y pierde en mi,
el bálsamo que brindan tus labios,
remedio que cure el vació de mis anhelos.

Ve mujer, tratame,
aplica tus métodos,
atiéndeme suave con tus besos,
que se sellen desbordantes.

Ve mujer, podrías ser,
ve mujer, me gustaría que fueses,
hoy quiero curar dos heridas,
hoy, pretendo ser tu paciente.

Jr.

domingo, enero 11, 2009

Chao


Inundo tanto sus pulmones del humo, que olvido el aire que lo rodeaba, decidió entonces hundirse entre sus palabras y olvidarse del continuo tiempo intransigente. Pareció parar en un rincón de su mente, marcando con su pie el ritmo de un tango melancólico que dejaba volver a un pasado irremediablemente olvidado por el objeto de su inspiración, y exclamo: 

¡si no me desahogo de mis amantes en papel, ¿como rayos?! 

Como furioso, a pesar de su serenidad pasmosa, de esas que desespera, que hasta puede parecer resignación, tomo la copa y la desangro por completo para llenarla de nuevo, continuando a pasos de tinta. Cada paso se encumbro en aquel monte, una tupida selva de floridos especimenes que empezaban a perder sus flores, a guardar sus vistosas indumentarias hasta una próxima temporada, y en la cumbre, sus ideas se largaron vagabundas, con el paso de colibríes incansables, algunos de los cuales no vivirían una temporada mas. 

Y si no es en papel, ¿cómo putas?... 

Exhaló el humo restante y marco un punto final en su texto, bajo la mirada para observar bien los trazos finales, estar seguro de la coherencia de sus pasos con lo observado y lo sentido, y en dos sorbos se despidió de la copa, la botella y de ellas. 

- si acepto, ¡hasta el final!. 

Y con el brindis, las dejo en el papel. 


Henry.