domingo, abril 12, 2009

Criptofauna Social


He calculado las mordidas y demás heridas recibidas y otorgadas por mí en cada batalla, emboscada y/o encuentro, de las bohemias licitas e ilícitas, claro que el saldo, como es frecuente en cualquier confrontación, no es reconfortante, pero es grato recordar las cálidas mordidas de labios azucarados de sabores viciosos. Este recuento me ha llevado a identificar la existencia de un grupo de castas de noctámbulos comediantes, enmascarados cual histriones, camuflados en papelones diarios y que igual a nuestros primos voladores, alimañas y otros  mamíferos, se exponen al anochecer, aunque a unos pocos es  posible encontrarlos a la luz del día en ciertos recovecos citadinos.

Vampiros, licántropos, brujas y hechiceros o magos (como prefieren llamarle “algunoz”), solo por nombrar los más destacados y cachetudos personajes, pues existen otros menos agradables semejantes a goblins u orcos, o hasta a sanguijuelas gigantes, y quien sabe cuántos más engendros sociales, igual todos monstruos de arquetipos ensamblados por extrañas elocuencias, frutos de vicios sociales permisivos en exceso, hasta para sí mismos; ellos se discurren por las sendas citadinas, perdiéndose entre el “común”, morfoparlando, extraña palabra, ¿no?, pero es así, formando verborrea o labia capaz de convertir tu virtud en el más ciego defecto y estos en los más invisibles comportamientos, ensamblando con sus palabras un escenario conveniente...

Cuando entro, las puertas gruesas de madera y marco metálico le eran familiares, como de otra vida presenciada, los cuartos antiguos, adornados metódicamente a la moda, mantenían la esencia; las paredes pálidas, posiblemente blancas, despojaban de ardor los cuerpos saciados de los presentes, quizás tratando de mantener un equilibrio entre la tenue iluminación; la madera del piso lo motivaba a retorcerse en él y descansar de la noctámbula y agitada jornada de la que llegaba, sin embargo debía protegerse de Ella, aquella mujer sorprendida en la barra tras un cóctel y que súbitamente había capturado su compañía en aquel lugar del cual venían; y debía protegerse al concederle sus abrazos, mientras acentuaba sutilmente sus atributos para mantenerlo a raya a Él, el otro candidato, quien intentaba destacar sus virtudes, con lo que parecía ser un complejo movimiento de cortejo (comportamiento primario de época de apareamiento, pero en él, caso fallido). Ya que el tinto desbordaba de su boca al no caber más licor en su cuerpo, solo ansiaba recostarse en su torso sin ser víctima de sus labios enrojecidos por el vino, imagen sugestiva que semejaba la boca del predador, que recién ha propinado el mordisco a la víctima incauta de esta noche, el cual era quizás el caso, todo cuestión de tiempo y método.

Postraron sus intereses en la sala, arremolinados por el licor, los cigarros y la música capciosa del anfitrión, lejos de aquel exótico ejemplar (que pudo ser o no un espécimen de nuestras castas) que se había quedado contoneándose cerca de la barra. El calor de la noche veraniega se descansaba en el viento vertido por los farallones; la temperatura candente que aumentaba con el ímpetu de las hormonas embriagadas, se mantenía por los constantes movimientos de la danza subliminal. En un descuido encontró que Ella parecía sucumbir a la lengua diestra del intelectualoide, -- necesariamente un ñoño más que otros, pero no como otros (no hay que generalizar), pero ágil compositor de versículos acomodados y en algunos casos (los más perversos) solo copias burdas y descaradas de autores ocultos del mercado común -- sin embargo sus tentáculos verbales se comprimieron bajo los tacones de Ella, su inútil intento de hacerla presa termino invertido, al ser abandonado después de asestado un zarpazo más contundente que la misma garra, el del aliento seductor de una mujer, que te madruga a la iniciativa y también a la partida, dejando tus labios flotando, besando solo el humo de su cigarrillo, sin ni siquiera sentir su aliento...

El ñoño, quizás un simple vampiro en este caso, pues también puede presentarse en otras manifestaciones bestiales o castas y al parecer es una característica de todas ellas, suele ser en sus más bajos niveles, como aparentemente era el caso, presa de presas y paso obligado de muchos para alcanzar al cazador; nos evidenciaba una estratificación dentro de cada una de las castas, y había permitido generar un perfil primario de Ella, con ese movimiento seguramente una vampiresa...

Este individuo había asesinado su propia jornada de caza al fracasar enfrente de todos, así le quito un obstáculo de encima. En ese momento se engendró la duda, presa o cazador, hasta ese instante había intentado mantenerse como el observador, aprendiendo y degustando al prójimo, pero ya era cubierta de su espalda y prósperos eran sus dedos en su abdomen, ¿sería nuestro nacional VanHeelsing presa de Ella?. La sala se cobijó por el aliento de los presentes y el clan aliado de la víctima se desorbito por la perdida, la manada inicio una acción de encubrimiento para disipar la atención de los terceros, esto actuó a favor de Él (nuestro infiltrado), excusándolo para partir al patio, aún más poblado por las intenciones subcutáneas de sus ojos y las de otros que también trataban de dejar el calor de aquel ambiente saturado de éxtasis y ansiedad, de esta criptofauna urbana, de curiosa y sencilla red trófica, pues todos nacen presas y pasan a predar (bueno, es lo ideal)...

No inventare quimeras, siendo biólogo considero que las características destacadas de estos personajes son coincidentes con la descripción especifica de estas criaturas del imaginario colectivo, aunque ahora no le concedo tanta veracidad a esto de imaginario (con el respeto de mis colegas) y sus diversos comportamientos dentro de cada casta se debe a su nivel y estatus. Así que excluyendo las aberraciones más repulsivas antes mencionadas, intente descifrar donde cabían nuestros personajes, comenzando por el vampiro, un ser sediento de sangre y que como un tiburón, es controlado por su frenesí, llega a un momento en el que no piensa, se nubla por su sed; comportamiento que suele variar con el sexo, porque ellas, las vampiresas, son a mi parecer más peligrosas, pues enmascaran bien sus hábitos y las de más alto nivel son las maestras, saben utilizar ese frenesí a su favor, a ellas las evito lo más que pueda, no obstante, sinceramente he sido presa más de una vez, aunque en algunas he salido librado y en otras nos hemos cazado y devorado mutuamente...

Ella no era una vampiresa mayor, pero exhalaba su aroma ardiente, que lo halaba a su lado...

En este instante se me aparece otro “estereotipo”, los canidos, los licántropos, pero la sed de un lobo era también más fuerte que su temple, quizás similar a mis impulsivos momentos, pero la sutileza no es su herramienta, suelen manifestar esa pasión animal a flor de piel y ese puede ser su mayor atractivo. Aquel personaje es noble pero furioso, no reconoce su elemento, son pocos y extraños, debe ser porque se dejan ver cada mes. No, definitivamente Ella no, ni El, no...

EL calor del ambiente pareció relajarse de nuevo con una brisa de madrugada colada por las paredes, fresca, algo fría, sorpresiva y evidentemente aprovechada; la anterior tensión, de ser casado o cazar, pareció desvanecerse en el momento, ambos coincidieron en extender sus palabras...

Entonces asomaron el hechicero o mago y la bruja, los vampiros se basan en sus encantos efímeros, los menores se elaboran redes verbales cual araña -- quizás algo similar a los intelectualoides -- , pero esas son cortadas por neuronas estimuladas; de los lobos ni pensarlo, quedaban solo estos dos personajes, metódicos, estrategas, selectivos, conspiradores, tejedores distinguidos, con lenguas doradas en los más altos representantes y de plata en los demás, generadores de la más afable confianza, temerosos de encontrar el punto que los corrompa (a cada cual en su modelo)...

Así se empezó a construir el festín, preparando las porciones de libido para emplearlas en el momento, ya muchos posaban con su presa o su predador, mientras ella se quedó como elemento de su experimento, al final salve mi faena, y devore los labios de vampiresa sedienta, mientras ella trataba de propinarme un mordisco contaminante, que agónica logro.

Y se acabó el festín, la ascensión del día retrajo sus actividades, pronto toda esta fauna debía huir, ocultarse, volver a sus cubiles y madrigueras cotidianas y El o Yo, sobrebebimos otra noche, con unos cuantos mordiscos, uno que otro zarpazo como en toda batalla, pero con un corazón intacto, un número y un “nos vemos mañana”; así que considero la faena salvada. Eso si les puedo dar fe y alguno que otro lo confirmara, que los más mágicos son ellos los magos o hechiceros, pero son a su vez los más costosos, y para algunos peligro ineludible; las vampiresas (pues de lo vampiros no me consta), son delicia de velada, compañía, en sus mejores representantes, excelente y más no debo decir. Estos son los más comunes, pero existen muchos y en distintos niveles y no me pregunten a que casta pertenezco, más bien un día lo comprobamos. 


Henry.