ven y baña el rincón de mi
alma, donde yacen mis sentidos;
ven y susúrrale a la vida,
el deseo que nos llena.
Confiesa por los dos, este
tormento inoportuno de amor.
Y entre tanto, en mis
sueños serán mis manos
las que tomen en silencio
tu cintura y espalda,
para en medio de aquel
cielo poder amarlas
y comenzar a surcar tu
tibia piel sin recato.
Y al ritmo del danzón
verte contonear con gracia,
obsérvate con nitidez a
los ojos y respirar tu aliento,
y después verte adornar mi
cielo, mientras me apodero,
al compás del bolero, de
la suavidad de tu cuerpo.
E iré así quedándome
atrapado hipnotizado por tu voz,
mientras te fijas a mis
ojos como silueta escarlata;
tu enamorada de la
profundidad del espejo de mi alma,
yo perdiendo entres tus
suspiros y contoneo, la razón.
Anoche entre sueños, bañe
en la gloria de tus besos;
y nacía entre las lunas,
fugaces estrellas que atestiguaban este amor.
Así se me vuelven vicio
tus caricias,
al tiempo que se me hace
efímeros tus besos.
Y la eternidad se va de
juegos con el tiempo,
cuando al abrir los ojos
no te encuentro.
Y es así como en la mañana
el dolor rompe el firmamento.
Duele tu partida de este
destino burletero
y tus besos de adioses y
tus pasos largos, y quien lo pensaría,
es en las mañanas aquel
momento,
que hasta duele tu voz al
decir adiós.
Anoche entre sueños bañe
en la gloria de tus besos;
y al oído susurrabas,
entrecortadas, dádivas a nuestro efímero amor.
Se llenan así las noches
de tus imágenes ausentes,
paseando entre mis sueños,
oyéndote la voz lejana.
Ven amor perdido, devora
junto a mí la noche entera,
deja que el fuego de tus
entrañas,
sonroje la perfecta
blancura de tu cara.
Anoche entre sueños bañe
en la gloria de tus besos;
sumergí el alma entre tus
abrazos y se quedó presa tras tu sonrisa.
Pregunto al cielo hasta
cuando seré preso de tu voz,
cuanto más seré inquilino
de mis sueños,
un danzante arlequín que
se presta a este peligroso juego,
en el que el amor es la
apuesta que,
por una reina de espadas,
cupido perdió.
Anoche entre sueños bañe
en la gloria de tus besos;
y nacía entre las lunas,
fugaces estrellas que atestiguaban este amor.
Perdido entre el blanco
cielo de tu piel
y la oscura ausencia de tu
adiós.
Anoche entre sueños bañe
en la gloria de tus besos;
y al oído susurrabas,
entrecortadas, dádivas a nuestro efímero amor.
Solo quedan en mis mañanas
tus murmullos,
adornando los pasajes
eternos de tu ausencia.
Anoche entre sueños bañe
en la gloria de tus besos;
sumergí el alma entre tus
abrazos, y se quedó presa tras tu sonrisa.
Vuelvo pedir al infinito,
que libere tu sonrisa,
para dejarla dormida noche
tras noche junto a mí.
Anoche entre sueños, bañe
en la gloria de tus besos;
Y en la mañana se despertó
mi corazón adolorido,
dolor de verte partir, de
tus besos de adioses,
y quien lo creería,
dolor de tu voz al decir
adiós.
Ardes.